Alberto nunca fue un hombre demasiado ético, ni comprometido con la sociedad; el creía que la mejor manera de triunfar económicamente era siendo astuto, anticiparse a los buenos negocios, olfatear la necesidad del otro para ofrecerle lo menos posible y luego de conseguido el negocio regatear el pago en varias cuotas (lo cual amortiza por inflación el precio final)
Lentamente fue levantando su imperio, comenzó con una pequeña compra y venta de autos usados y al cabo de unos años tenía varias agencias.
Era prestamista e inversor en la bolsa.
Tenía pocos amigos y varios enemigos, enemistados, debido a su actitud comercial que muchas veces rozaba lo indecente. El mismo se consideraba "un buitre carroñero" en los negocios siempre tenes que esperar la oportunidad, era su frase más común.
En cambio su esposa Matilde era una fiel creyente evangélica y sufría en silencio al ver a su esposo actuar ante los demás.
Las charlas que cada tanto tenían solían terminar en discusión- vos no entendéis nada de negocio, entonces no te metas-le decía el hombre a su atribulada esposa, ella solía responderle que lo que hacía no era bueno ante los ojos de Dios; pero Alberto parecía estar más allá del bien y del mal, su único ídolo era el dinero y para apaciguar un poco su conciencia cada tanto visitaba al Párroco de una de las iglesias católica de la ciudad; la que congregaba a la gente más rica del lugar y realizaba una generosa donación.
Se lo solía ver en las primeras filas de la iglesia, donde suelen estar los más devotos; porque el sabia que le convenía ser visto por algunos concurrentes que luego visitarían sus concesionarias.
Cada tanto se escuchaba algún rumor cerca de el, seguramente de alguna de sus victimas que no podía creer que ese sinvergüenza delante suyo con total descaradez tomara la comunión-Pero como se atreve-le decía Francisco a su esposa Anita-Siendo tan crápula ¡¡¡hablare con el Sacerdote, Ya lo veraz!!! amenazaba en voz baja.
Pero el bien sabia cual era el juego que detrás de escena se jugaba.
Las abultadas donaciones, acallaban muchas conciencias.
